viernes, 12 de marzo de 2010

Lección 11 - 1º Trimestre El fruto del Espíritu es Justicia



“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” ( Mateo 5:6 )

La lección de esta semana comienza por hacer una diferencia en la justicia, desde el punto de vista espiritual, existe lo que llamamos “justicia imputada” de Cristo y por otro lado la “justicia impartida”. “Imputada” e “Impartida” dos términos teológicos que enredan lo que podríamos entender con más sencillez. Ellen White lo explica aún mejor de lo que la lección nos muestra: “La justicia por la cual somos justificados es imputada; la justicia por la cual somos santificados es impartida. La primera es nuestro derecho al cielo; la segunda, nuestra idoneidad para el cielo (Review and Herald, 4 de junio de 1895).” En definitiva tanto la una como la otra surge del mismo punto en común, es decir; Cristo.

Por lo que veremos en toda la lección la búsqueda de la plenitud de la justicia. Podemos confundir el hecho que la justicia es una acción que surge de nosotros para equilibrarnos los unos con los otros. Los textos bíblicos como Romanos 3:28; Salmo 11:7; Proverbios 15:9; 1ª Pedro 2:24; Romanos 8:4; Mateo 6:33; 1ª Juan 2:29 nos llevan a comprender que la intención de Dios es hacernos semejantes a Cristo, el dador de la justicia. Desde el momento que todo es por fe y somos justificados por fe, solo hay uno en quién tenemos o debiéramos tener fe, es en Cristo, desde el momento de aceptar la búsqueda de Cristo, El Espíritu Santo va guiándome por el camino correcto, ese camino que Dios no aborrece, el camino que aborrece es el camino en el que yo no busco a Cristo. Esto no es vivir bajo la ley sino vivir conforme a la ley, ya que la ley muestra el camino por donde puedo crecer en justicia, por ello como veremos más adelante la ley no es gravosa ya que por medio de ella Dios ha transformado la carga de la ley en nuestras vidas por la compañía de la justicia de la ley, es decir Cristo y esto lo verán los demás en nosotros que viviremos no conforme a los deseos de la carne, sino del espíritu.

Un buen enfoque para entenderlo es lo que establece la lección esta semana sobre la “justicia casera” o lo que llamaría como “justicia al prójimo” es decir señalo al otro lo que hace, me lleno de palabras pomposas pero mi vida está vacía. No quiero tampoco caer en lo que muchos caen, el que tiene su vida vacía y habla de justicia de Cristo es un hipócrita, ya que el simple hecho de denunciar esto puede hacer que yo mismo venga a ser un hipócrita.

Es lo que venimos experimentando cuando nos acercamos a Cristo, la justicia no puede ni debe ser una declaración de intenciones, la justicia no está desligada de la obediencia, no son dos acciones distintas, es una conexión tan estrecha que si aceptas la justicia de Cristo, vivirás la justicia de Cristo.

El resultado de vivir la justicia es decir poner en práctica lo que dice 1ª Juan 2:3-6 nos lleva a dos posiciones, una es la de ser mentirosos, porque decimos que conocemos a Cristo, pero no vivimos conforme a él o la de ser verdaderos porque no solo lo conocemos sino que vivimos conforme a su vida.

La lección de esta semana en el jueves nos habla en el libro Palabras de vida del gran Maestro, que “la verdadera obediencia es el resultado de la obra efectuada por un principio implantado dentro. Nace del amor a la justicia, el amor a la ley de Dios” personalmente diría algo más “nace de la confianza en Dios” es decir de saber que lo que Dios dice es lo verdadero confrontando lo que Satanás dice, aceptando lo que Dios dice y amando todo aquello que proviene de Dios para no hacernos caer en las argucias de Satanás.
Que Dios tenga misericordia de nosotros y nos bendiga.

lunes, 1 de marzo de 2010

Lección 10 - 1º Trimestre EL FRUTO DEL ESPIRITU LA TEMPLANZA




Para comenzar, deberíamos explicar ¿qué es la templanza? mirando en la WIKIPEDIA, la templanza es definida como: "la doctrina cristiana, es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados y compartidos. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad. La persona moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles, guarda una sana discreción y no se deja arrastrar ‘para seguir la pasión de su corazón’ (Si 5,2; cf 37, 27-31). La templanza es a menudo alabada en el Antiguo Testamento: ‘No vayas detrás de tus pasiones, tus deseos refrena’ (Si 18, 30). En el Nuevo Testamento es llamada ‘moderación’ o ‘sobriedad’, tal como se afirma en la Carta Paulina ‘(debemos) vivir con moderación, justicia y piedad en el siglo presente’ (Tt 2, 12).[1] Viene de la palabra templo, y nos lleva a considerar nuestro cuerpo como un templo y en resumen significa moderación de los actos de los creyentes.

Es la lucha racional, contra la lucha pasional de los placeres humanos no espirituales. Pero la palabra implica una balanza positiva, tener templanza es ser equilibrado.

La tendencia natural hacia el placer sensible que se observa en la comida, la bebida y el deleite sexual es la forma de manifestación y el reflejo de fuerzas naturales muy potentes que actúan en la propia conservación. Estas energías vitales representan la actividad de la vida y, cuando se desordenan, se convierten en energías destructoras.

La templanza no significa perdida de entrega, se reconoce como una virtud."

En el versículo de memoria, pareciera darnos a entender que el apóstol Pablo era un masoquista, golpeandose para controlar sus inclinaciones, si leemos el texto: “Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Cor. 9:27). Debemos resaltar la base de ese golpeo, y es la de saber que lo que predica, dice, amonesta, vive, deberían coincidir, porque podría estar predicando la verdad y viviendo la mentira, el golpear implica no daño físico sino atención y lucha contra la tendencia natural que tiene y que no puede eliminar por sí solo, sino por medio de Cristo.

Durante esta semana veremos como hijos de Dios lucharon para mantener un equilibrio sin desesperación pero lo importante es confiar en Dios.

El apóstol Pablo deja claro que la lucha no se ganará por nosotros mismos, sino por el Espíritu Santo, cuando en Romanos 8:1 nos dice: "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu"

La templanza podríamos identificarla con saberse dejar conducir por el Espíritu Santo y no por nuestras ideas. El mismo apóstol sabe que hay luchas, él lo refleja en Romanos 7:15-18 es consciente de esta realidad, pero no deja que esto influya para mal, sino que tiene en su mente la plenitud de la vida, Cristo, por eso se deja llevar por el Espíritu Santo quién es el que desarrolla los frutos en nuestras vidas.

Que Dios te bendiga durante esta semana.