miércoles, 21 de julio de 2010

Lección 4 para el 24 de Julio 2010: Justificados por la fe



“Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley” (Rom. 3:28).

En este versículo vemos uno de los puntos más hermoso de toda la lección, la justificaicón no es un instrumento que se coja o se deja cuando uno quiere, la justificación emana desde la misma cruz hasta el fin de este mundo de pecado.

Nos encontraremos durante esta semana un estudio para comprender que la justificación de Cristo es algo más que el mero hecho de ser cristiano, es algo más profundo que busca en nosotros el actuar en forma y tiempo correctos. Vayamos a la cuestión.

"Nadie dice que la persona era inocente. Al contrario, es claramente culpable. La buena noticia es que, a pesar de su culpa, es perdonada. Cada uno de nosotros es el criminal. Jesús, el sustituto, tiene un registro perfecto y toma nuestro lugar en la corte; le aceptan su justicia en lugar de nuestra injusticia. Por eso somos justificados ante Dios; no por nuestras obras, sino por causa de Jesús, cuya justicia llega a ser nuestra al aceptarla “por fe”."

Esta párrafo que surge del sábado resume con claridad la condición humana y la única salida para cambiar nuestra condición actual en una mucho mejor, si crees en ello tendrás o te otorgarán la salvación.

En el domingo comienza la controversia de todo cristiano, salvación por obras o por fe, más bien aquí se trata de las obras de la ley y sus resultados. Curioso es ver que Pablo habla de la incapacidad de la salvació por medio de las obras de la ley. Para nosotros hoy eso es obvio, aunque también Pablo habla de la no invalidez de la ley, ¿A qué se refiere Pablo entonces en los versículos que surgen del domingo?.

Si hacemos un estudio profundo del pensamiento de Pablo, nos damos cuenta que Pablo está hablando de las normas adicionales y de las leyes rituales que tienen que ver con el mesías, aún así esas normas y leyes tienen un valor, uniendolas a las de la ley moral, nos muetra que Dios siempre ha querido estar con su pueblo para orientarle a salir de un mundo de pecado a una perfección absoluta en el cielo.

Dentro de esa situación surge lo que Pablo dice en el texto expuesto el lunes Romanos 3:21“Ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas”

En este versículo Pablo une estrechamente la ley, los profetas para hablar sobre la justicia, tanto la ley como los profetas hablaban de la justicia de Dios, es decir revelar en este mundo de pecado que Dios sigue actuando, la mayor de las lecciones de justicia de Dios la tenemos en la persona del Hijo, venir a ser el garante de la salvación de todos y en todo esto que tenemos nosotros que ver, pues obviamente si queremos obtener la salvación y sentirnos liberados por Cristo, debemos actuar en consecuencia, vivir conforme a su voluntad, ya que su voluntad es que vivamos preparandonos para lo porvenir. Curiosamente en Mensajes Selectos lo deja muy claro: “La justicia es la obediencia a la ley. La ley demanda justicia y, ante la ley, el pecador debe ser justo. Pero es incapaz de serlo. La única forma en que puede obtener la justicia es mediante la fe. Por fe puede presentar a Dios los méritos de Cristo, y el Señor coloca la obediencia de su Hijo en la cuenta del pecador. La justicia de Cristo es aceptada en lugar del fracaso del hombre, y Dios recibe, perdona y justifica al alma creyente y arrepentida, la trata como si fuera justa, y la ama como ama a su Hijo” (MS 1:430).


El martes nos refleja la unidad entre la Gracia y la Justificación,

Tanto la justificación como un acto de hacer justicia, solo se puede obtener por medio de la Gracia como un acto de amor de Dios hacia el hombre. Desde el momento que acepto el don gratuito de Dios acepto sin remisión la justificación de Cristo en mi vida.

Eso sí en el momento en que deje a Cristo, en el momento en el que me separo de él, la justificación deja de ser un beneficio para mí. Desaparece de mi vida tanto la Gracia, como la Justificación, ya que libremente decido separarme, nadie me obliga a pecar, nadie me obliga a caer en la tentación, soy yo, y solo yo el que decido caer o no, por lo tanto soy yo el que decido seguir o no bajo la justicia de Cristo.


El miércoles en Romanos 3:25, volvemos a ver la referencia a la sustitución o propiciación de Cristo para el creyente, Pablo curiosamente quiere focalizar toda la atención en la figura de Cristo, sin negar la realidad de vivir con Cristo y conforme a Cristo.

Es a partir de aquí donde el cristiano es motivado a actuar pero no conforme a las obras de la ley, sino conforme a las obras de la fe, es Cristo el que motiva a vivir, ayudar y compartir con todos su amor y su verdad, se comparte no solo con palabras sino con hechos, esos hechos son obras, pero de la fe, hechos que empiezan por obedecer sus mandatos, hechos que continúan por enseñar a los demás que se puede vivir una vida sin pecado ayudados por lo que Cristo nos enseña en su palabra y como hacer que nuestra vida sea un cambio de vida en armonía con él.

Curiosa es la pregunta de este día donde nos dice: ¿Por qué es tan fácil pensar que, por cuanto la ley no nos salva, no necesitamos guardarla? la respuesta es simple y sensilla, porque a la luz de las escrituras, el que mi iglesia me ponga normas, yo las rechazo como Pablo rechazó las del pueblo judío, esa comparativa nos lleva a distorcionar el verdadero sentido del apóstol.

Que Dios nos ayude a todos a vivir conforme a su voluntad y no a la nuestra.

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