lunes, 12 de julio de 2010

Lección 3 Para el 17 de julio de 2010: Todos hemos pecado

PARA MEMORIZAR: “...todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Rom. 3:23).

Realmente todos hemos pecado, todos un día hemos estado en las tinieblas como el Apóstol Pedro nos dice en su carta, por lo que estar destituidos de la gloria de Dios es tan cierto como que existe el pecado en el mundo.

Por ello en esta semana veremos como nos orientan para reconocer esa situación e invertirla. ¿De qué forma? pues ahora lo veremos.

Primeramente hemos de reconocer que existe el pecado. En ese reconocimiento entenderemos posteriormente que que el pecado entró por una desobediencia y que esa desobediencia llevó a este mundo a una situación anómala que nadie en este mundo puede solucionar. Sólo alguien externo y que no haya pecado puede realizar una obra de restauración, de esta obra saldría la eliminación del pecado de este mundo.

Ellen G. White llega a declarar en la pluma inspirada: “Este tema se comprende en forma tan confusa que miles y más miles que pretenden ser hijos de Dios son hijos del maligno, porque quieren depender de sus propias obras. Dios siempre demanda buenas obras, la ley las demanda; pero como el hombre entró en pecado, donde sus obras no tenían valor, solo puede valer la justicia de Cristo” (“Comentarios de Elena G. de White”, CBA 6:1.071).

Está en nuestras manos ( dichosa incongruencia ) el dejar de hacer por nuestro propio pensamiento y acción, para la búsqueda de la restauración o el aceptar la transformación que la persona externa a este mundo puede realizar para ser restaurados.

Si nos fijamos en los textos que expone la lección y con coherencia, el domingo nos habla de: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (Rom. 1:16, 17).

En este versículo podemos ver claramente que todos los seres humanos tenemos la oportunidad de conocer a esta persona que viene a restaurar este mundo, fue revelada en el evangelio y por eso el Apóstol Pablo no se avergüenza de él.

El problema radica cuando queremos decir al evangelio algo que no quiere decir o que se amolda a mis criterios, entonces me estoy avergonzando del mismo y no dejo que hable directamente a mi corazón.

la lección habla de las claves que aparecen, que son varias y que al final nos muestra que realmente el evangelio es la noticia de la salvación en Cristo, que el Mesías vino y que prometió volver.

Este es el verdadero sentido el evangelio y para que se haga realidad en nuestras vidas, debemos vivir una vida justa y creciente en la fe.

Si ya tenemos algo claro de donde viene la restauración, debemos aceptar que tiene que venir de fuera porque la condición del ser humano es de pecado. Cuando no reconozco mi condición lo que realmente estoy haciendo es reconocer que no necesito a nadie para restaurar mi vida en una exelencia mayor.

El problema es como bien explica el apóstol Pablo en Romanos 3:10-18 que hoy en día aún más se ve ratificado ya que buscar a Dios no es inherente al ser humano, sino buscar la satisfacción propia. Incluso si leemos como dice la lección en Romanos 1:22-32 nos damos cuenta que hemos sido necios en nuestro pensamiento, llegando a pensar que por nosotros mismo la sociedad mejoraría en todas las facetas del ser humano, en lo moral y ético. Cuando estamos viviendo hoy en una sociedad falta de valores y avocada a un desenlace fatal.

En esta situación, no hay diferencia de personas, todos somos participes de la condición en la que se encuentra este mundo, no somos ajenos al pecado, incluso no podemos llegar a decir que solo son unos los pecadores y otros no. Por eso en el Miércoles nos hace referencia a Romanos 1 como pecados cometidos por los gentiles y en Romanos 3 pecados cometidos por los judios. Es decir todos pecamos, nadie como Jesús llegó a decir a la acusasión de adulterio de una mujer, "quién esté libre de pecado que tire la primera piedra"... él no quiso decir que la mujer no había pecado y que todo era una artimaña de los acusadores de Jesús, solo que todos eran pecadores, incluso la mujer cuando él ( que era el único no pecador ) le dijo "ni yo te condeno, vete y no peques más", por lo tanto la vida de esos hombres que acusaban tendría que cambiar y la de la mujer también, el único que no cambia en esta acción es Cristo.

Ellen White nos dice claramente que: “No se estimen mejores que los demás ni se erijan en sus jueces. Ya que no pueden discernir los motivos, no pueden juzgar a otro. Si lo critican, están emitiendo una sentencia sobre vuestro propio caso; porque demuestran ser partícipes con Satanás, el acusador de los hermanos” (DTG 280, 281). Al final nos revela la escuela sabática quién es el autor del pecado y el que acusa a los pecadores, por lo tanto debemos actuar en contraposición a lo que él quiere que sea.

Por último nos señala en el jueves el sentido del arrepentimiento. Tal y como el apóstol Pablo revela en Romanos 2:4 que dice: “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” El apóstol quiere llevarnos a reconocer que no debemos menospreciar a Dios y su bondad, que no debemos menospreciar su amor y paciencia, en definitiva que no creamos ser tan importante en la restauración de este mundo, porque en definitiva nosotros somos y estamos en el problema, por lo que debemos aceptar, seguir, capacitar por medio del Espíritu Santo, nuestras vidas y reconocer que sin Cristo no tenemos salvación, reconocer que somos pecadores, reconocer que necesitamos del arrepentimiento y reconocer que podemos vivir conforme a la voluntad de Dios si nos dejamos llevar por su Espíritu Santo.

Que Dios te bendiga.

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